Con un pie de cueca donde se sumaron todos los vecinos de la villa, los habitantes de Prados de Almendral celebraron los 20 años que han pasado desde que recibieron las llaves de sus viviendas, aquellas que comenzaron a gestionar a partir de la creación de una cooperativa.
Según recuerda, Elizabeth Serey Urriola, presidenta de esta junta de vecinos, todo comenzó hace dos décadas, cuando organizados unieron fuerzas para lograr la construcción de un nuevo barrio, ubicado al frente del Cementerio Municipal de San Felipe. Con el paso del tiempo, este conjunto habitacional y su consolidación ha dado cabida a nuevos proyectos inmobiliarios, sumando a sus iniciativas los conjuntos residenciales de Loteo Antillanca y Padre Hurtado.
Junto con motivar la participación y la unión, los vecinos de este sector han apostado por organizarse y así enfrentar los problemas y necesidades que los afectan. En un momento fue la delincuencia, razón por la cual solicitaron al Plan Comunal de Seguridad Pública de San Felipe, la capacitación vecinal para montar un sistema de alarmas comunitarias, como una herramienta de reacción ante hechos delictuales o aquellos que levantaran sospechas en seguridad.
Asimismo, esta organización les permitió postular a fondos correspondientes a Codelco Buen Vecino, siendo favorecidos con un aporte de 100 mil pesos para la adquisición de un horno industrial que se convertirá en una útil herramienta para el taller femenino que funciona en el sector. “Salimos favorecidos con estos 100 mil pesos, los que vamos a sumar a aportes de los vecinos y a lo que podamos obtener en diferentes actividades que vamos a realizar y así podremos cubrir la implementación de este horno”, detalló la dirigente vecinal.
NUEVO MOBILIARIO
Como si esto no fuera poco, la junta de vecinos se encuentra esperando los resultados de una postulación que realizaron a fondos del Ministerio del Interior, a partir del cual esperan contar con mobiliario para su sede vecinal, pues hasta ahora si un vecino buscaba mayor comodidad a la hora de asistir a una reunión, debía llevar su silla.
“Ahora esperamos tener sillas, mesas y acondicionar la cocina para que nos pueda quedar apta para las actividades que desarrollemos y junto con ello convertirlo en un taller para los cursos que los vecinos y vecinas quieran realizar aquí”, reconoció Elizabeth Serey.
